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Cosas de mujeres

lunes, enero 02, 2012

Terapia tailandesa a base de golpes "que embellecen"

Elevar los glúteos o embellecer el rostro, aumentar hasta dos tallas el tamaño de nuestros pechos... estos son algunos de los sorprendentes (y polémicos) resultados que promete una terapia tailandesa que prescinde del bisturí para moldear las carnes ¡a base de manotazos! "Aprendí esta técnica de mi abuela, que a su vez la aprendió de su madre, pero soy la primera generación que abre un negocio al público con licencia", así lo explica la esteticista Khemmikka Na Songkhla desde su clínica Tobnom (que significa "Palmea pechos") de Bangkok. Pero, ¿qué es esto?

Moldear pechos y rostros a manotazos

Pues sin conocerlo parece algo tan llamativo como poco aconsejable ya que además del dolor que aparentemente causan las fuertes palmadas de la masajista, después de esa tunda los pacientes tienen que pagar una factura que oscila alrededor de los 360 euros (aprox. 470 dólares) en el caso de que la hayan recibido en el rostro y de 1.200 euros (aprox. 1.500 dólares) si ha sido en las caderas o los glúteos. "El precio aumenta en las partes que necesitan más esfuerzo", cuenta Khemmikka, de 54 años de edad, quien asegura que en el cuarto de siglo que se dedica profesionalmente a esta actividad ha tratado a unos 10.000 pacientes.
Las terapias requieren un mínimo de cuatro sesiones de entre tres y veinte minutos cada una en días diferentes y los resultados perduran durante uno y tres años, afirma. Además, para Khemmikka, los manotazos y pellizcos que da, con habilidad notable (buscarla en youtube, no tiene desperdicio su arte), consiguen modelar la fisonomía del cuerpo de una forma natural, "más barata y natural que una
operación quirúrgica", señala.
El sentido del humor, pues, es importante para esta esteticista (vender algo tan tremendo así, sin gracia, todavía sería más difícil), por lo que también ha ideado para realzar los pechos de su clientela un extraño baile en el que se mezclan movimientos sensuales, música pop y una letra con
referencias eróticas.
Entre sus pacientes, la inmensa mayoría mujeres tailandesas pero también extranjeras, abundan aquellas que la primera vez que acuden a verla llevan consigo la fotografía de
actrices, modelos o damas famosas con la esperanza de que con ese tratamiento su rostro mejore de aspecto o sus pechos se agranden o adquieran rigidez a imagen y semejanza.
Ataviada con una extravagante túnica, tantas flores sujetas al pelo que parece portar un florero y con un montón de baratijas y
amuletos dorados entorno a las muñecas y cuello, Khemmikka cachea y hasta golpea con los puños las carnes de sus pacientes siguiendo el ritmo marcado por canciones tailandesas o algún tema de Lady Gaga. "Además de ayudarme a la concentración, la música y mi baile ayuda a que el paciente se relaje", indica una esteticista que ha ganado y gana mucho dinero con este negocio. ¡Igual funciona!
No obstante, y para evitar malentendidos o problemas futuros, los clientes firman un contrato que detalla los resultados que se perseguirán con el tratamiento, como la talla de los pechos que Khemmikka considera que puede conseguir, siempre y cuando la fisonomía de la clienta lo permita. ("Estoy contenta con el tratamiento, hasta mi madre ha visto que tengo un lado de la cara más bajo que el otro", dice una paciente, tras recibir tratamiento en la mitad izquierda de su rostro y a la espera de recibirlo en la totalidad de la superficie facial. (¿No serán los hematomas?) "Duele bastante, pero merece la pena", agrega.)
Como resulta evidente, esta cuando menos alocada técnica tiene sus detractores. Así, una clienta que desarrolló un cáncer de mama responsabilizó de ese mal a Khemmikka y a su tratamiento para incrementar el volumen de los pechos. No obstante hay que contar que, aunque a raíz de la denuncia el ministerio de Sanidad tailandés abrió una investigación, tras seis meses recabando pruebas certificó que el tratamiento a base de palmadas no era nocivo para la salud e incluso desde el año 2003 la esteticista dispone de una licencia para operar como centro de medicina tradicional.
"He enseñado mis secretos a tres personas, todas tailandesas, aunque les hice firmar un contrato para que no puedan enseñar a otros hasta que no hagan méritos en su trabajo", apunta Khemmikka, quien presume de tener unos pechos envidiables a sus 54 primaveras.
La propietaria de "Palmea pechos", que cobra también precios astronómicos por enseñar su técnica en "diez días", atribuye parte del éxito de su negocio a la devoción que tiene por Chuchok, un siniestro y contradictorio personaje sobre el que la leyenda popular dice que otorga riqueza a aquellos que son sus fieles devotos. Cientos de figuras de Chuchok, un anciano de pelo largo y canoso y opulenta barriga, así como infinidad de extraños amuletos, ocupan los rincones de su establecimiento, con un interior de estilo kitsch y que llama la atención desde lejos por su fachada pintada de color rosa.
¿Qué opináis?