Bellas bajo cualquier tipo de luz

Bajo una luz cálida, nuestra piel ofrece un aspecto joven y radiante. ¿Y te has visto alguna vez iluminada por unas velas? Si no lo has hecho, fíjate: te sentirás preciosa. Los tonos acaramelados de este tipo de luz dan al rostro un matiz dulce y suave, encantador. Por contra, la luz fría endurece nuestros rasgos. Una luz azul o blanca apagará el tono de la piel marcando nuestras facciones, arruguitas y manchas. Bajo la luz de un fluorescente, por ejemplo, nos vemos (y lo que es peor, nos ven) más mayores y pálidas. No deberíamos, pues, maquillarnos igual de día que de noche porque no es lo mismo. Así que mejor sigue los consejos que vienen para siempre acertar con tu estilo:
Maquíllate según la luz a la que vayas a quedar expuesta el mayor tiempo durante tu salida o evento. Para asegurarte de que vas a conseguir sacarte el máximo partido, hazlo [el maquillarte] bajo una luz parecida a la que te vaya a rodear cuando salgas. Si es luz natural, el maquillaje deberá ser casi imperceptible para no resultar muy pesado, pero si va a ser luz artificial, entonces puedes emplear más maquillaje.
Bajo una luz natural de día, el maquillaje debe ser más natural. En verano suelen ir bien los tonos cálidos, y en invierno los tonos más fríos.
Con una luz artificial fría utiliza un maquillaje del mismo tono que tu piel y acude a los tonos cálidos para ojos, labios y colorete. La luz artificial se “come” el color. Si es cálida, usa un maquillaje del mismo tono que tu piel, o uno superior, labiales en colores fuertes, y sombras de ojos en tonos fríos. Evita los coloretes anaranjados.
Escoge siempre un maquillaje que no enmascare la luminosidad natural de tu piel, ni engrase o reseque tu rostro. Es muy importante que sea ligero, que no parezca artificial. Además, busca bases que desenfoquen las líneas de expresión y que maticen las manchitas de tu piel y las ojeras. En definitiva, que no bloqueen la luz, sino que den a nuestra piel un aspecto radiante.